15. ¿Qué pasó con aquella alegría que sentían? Puedo decir en favor de ustedes que, de haberles sido posible, hasta se habrían sacado los ojos para dármelos a mí.
16. Y ahora, ¿acaso me he vuelto enemigo de ustedes, solamente porque les he dicho la verdad?
17. Esa gente tiene mucho interés en ustedes, pero no son buenas sus intenciones. Lo que quieren es apartarlos de nosotros, para que luego ustedes se interesen por ellos.
18. Claro que es bueno interesarse por los demás, pero con buenas intenciones; y que sea siempre, y no solamente cuando estoy entre ustedes.
19. Hijos míos, otra vez sufro dolores de parto, hasta que Cristo se forme en ustedes.
20. ¡Ojalá estuviera yo ahí ahora mismo para hablarles de otra manera, pues no sé qué pensar de ustedes!
21. Díganme una cosa, ustedes, los que quieren someterse a la ley: ¿Acaso no han escuchado lo que la ley dice?
22. Pues dice que Abraham tuvo dos hijos: uno de una esclava, y el otro de su propia esposa, que era libre.
23. El hijo de la esclava nació de modo puramente humano; pero el hijo de la libre nació para que se cumpliera lo que Dios había prometido.
24. Esto tiene un sentido simbólico; las dos mujeres representan dos alianzas: una es la del monte Sinaí, y está representada por Agar, que fue la madre del que habría de ser esclavo.
25. Pues Agar representa el monte Sinaí, en Arabia, que corresponde a la actual Jerusalén, ya que esta ciudad está sometida a esclavitud junto con sus hijos.
26. Pero la Jerusalén celestial es libre, y nosotros somos hijos suyos.
27. Porque la Escritura dice:«Alégrate, mujer estéril, tú que no tienes hijos;grita de alegría, tú que no conoces los dolores de parto.Porque la mujer que fue abandonada tendrá más hijosque la mujer que tiene esposo.»
28. Hermanos, ustedes son como Isaac: son los hijos que Dios había prometido.
29. Pero así como en aquel tiempo el hijo que nació de modo puramente humano perseguía al hijo que nació por obra del Espíritu, así sucede también ahora.
30. Pero ¿qué dice la Escritura? Pues dice: «Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque el hijo de la esclava no puede compartir la herencia con el hijo de la libre.»
31. De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.