9. Hay que recordar que ninguna ley se da para quienes hacen lo bueno. La ley tiene en cuenta a los rebeldes y desobedientes, a los malvados y pecadores, a los que no respetan a Dios ni a la religión, a los que matan a su padre o a su madre, a todos los asesinos,
10. a los que cometen inmoralidades sexuales, a los homosexuales, a los traficantes de esclavos, a los mentirosos y a los que juran en falso; es decir, a los que hacen cosas que van en contra de la sana enseñanza.
11. Y esto es lo que enseña el glorioso evangelio que el Dios bienaventurado me ha encargado.
12. Doy gracias a aquel que me ha dado fuerzas, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me ha considerado fiel y me ha puesto a su servicio,
13. a pesar de que yo antes decía cosas ofensivas contra él, lo perseguía y lo insultaba. Pero Dios tuvo misericordia de mí, porque yo todavía no era creyente y no sabía lo que hacía.
14. Y nuestro Señor derramó abundantemente su gracia sobre mí, y me dio la fe y el amor que podemos tener gracias a Cristo Jesús.
15. Esto es muy cierto, y todos deben creerlo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.
16. Pero Dios tuvo misericordia de mí, para que Jesucristo mostrara en mí toda su paciencia. Así yo vine a ser ejemplo de los que habían de creer en él para obtener la vida eterna.
17. ¡Honor y gloria para siempre al Rey eterno, al inmortal, invisible y único Dios! Amén.
20. Esto les ha pasado a Himeneo y Alejandro, a quienes he entregado a Satanás para que aprendan a no decir cosas ofensivas contra Dios.