11. Pero el pueblo se negó a obedecer. Todos volvieron la espalda y se hicieron los sordos.
12. Endurecieron su corazón como el diamante, para no escuchar la enseñanza y los mandatos que el Señor todopoderoso comunicó por su espíritu, por medio de los antiguos profetas.Por eso, el Señor se enojó mucho
13. y dijo: “Así como ellos no quisieron escucharme cuando yo los llamaba, tampoco yo los escucharé cuando me invoquen.