20. El hombre le dijo:–Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven.
21. Jesús le miró con afecto y le contestó:–Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riquezas en el cielo. Luego, ven y sígueme.
22. El hombre se afligió al oir esto; se fue triste, porque era muy rico.
23. Jesús entonces miró alrededor y dijo a sus discípulos:–¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!
24. Estas palabras dejaron asombrados a los discípulos, pero Jesús volvió a decirles:–Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios!
25. Le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.
26. Al oirlo, se asombraron aún más, y se preguntaban unos a otros:–¿Y quién podrá salvarse?
27. Jesús los miró y les contestó:–Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él no hay nada imposible.
28. Pedro comenzó a decirle:–Nosotros hemos dejado todo lo que teníamos y te hemos seguido.
29. Jesús respondió:–Os aseguro que todo el que por mi causa y por causa del evangelio deje casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o tierras,
30. recibirá ya en este mundo cien veces más en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, aunque con persecuciones; y en el mundo venidero recibirá la vida eterna.
31. Pero muchos que ahora son los primeros, serán los últimos; y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros.
32. Se dirigían a Jerusalén y Jesús caminaba delante de los discípulos. Ellos estaban asombrados, y los que iban detrás tenían miedo. Jesús, llamando de nuevo aparte a los doce discípulos, comenzó a hablarles de lo que había de sucederle:
33. –Como veis, ahora vamos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley, que lo condenarán a muerte y lo entregarán a los extranjeros.
34. Se burlarán de él, le escupirán, le golpearán y lo matarán; pero tres días después resucitará.
35. Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron:–Maestro, queremos que nos hagas el favor que vamos a pedirte.
36. Él les preguntó:–¿Qué queréis que haga por vosotros?
37. Le dijeron:–Concédenos que en tu reino glorioso nos sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.