Jueces 16:7-17 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

7. Sansón le respondió:–Si me atan con siete cuerdas de arco que todavía no estén secas, perderé mi fuerza y seré un hombre común y corriente.

8. Los jefes de los filisteos llevaron a Dalila siete cuerdas de arco nuevas, y con ellas Dalila ató a Sansón.

9. Y como ya antes había escondido a unos hombres en su cuarto, gritó:–¡Sansón, te atacan los filisteos!Entonces Sansón rompió las cuerdas como si fueran un cordón quemado. Y los filisteos no pudieron averiguar de dónde le venía su fuerza.

10. Dalila le dijo:–¡Me engañaste! ¡Me has estado mintiendo! Pero ahora sí, por favor, dime qué hay que hacer para atarte.

11. Sansón le respondió:–Si me atan con sogas nuevas que nunca se hayan usado, perderé mi fuerza y seré un hombre común y corriente.

12. Entonces Dalila tomó unas sogas nuevas, lo ató con ellas y gritó:–¡Sansón, te atacan los filisteos!También esta vez ella había escondido unos hombres en su cuarto; pero Sansón rompió las sogas como si fueran hilos delgados.

13. Dalila dijo a Sansón:–¡Todavía me sigues engañando! ¡Todavía me estás mintiendo! ¡Dime qué hay que hacer para atarte!Y Sansón le contestó:–Lo que tienes que hacer es entretejer siete trenzas de mi cabello con la tela del telar, y clavar bien la estaca en el suelo. Así yo perderé mi fuerza y seré un hombre común y corriente.Entonces Dalila hizo dormir a Sansón, y tomando las siete trenzas de su cabello las entretejió con la tela del telar,

14. después de lo cual clavó bien la estaca en el suelo y gritó:–¡Sansón, te atacan los filisteos!Pero Sansón se levantó y arrancó del suelo la estaca y el telar.

15. Entonces ella le dijo:–¡Embustero! ¿Cómo te atreves a decir que me quieres? Ya van tres veces que te burlas de mí, y todavía no me has dicho de dónde te viene toda tu fuerza.

16. Como era tanta la insistencia de Dalila, haciéndole a todas horas la misma pregunta, Sansón estaba tan fastidiado que tenía ganas de morirse;

17. así que finalmente le descubrió a Dalila su secreto:–Nadie me ha cortado jamás el cabello, porque desde antes de nacer estoy consagrado a Dios como nazareo. Si me llegaran a cortar el cabello, perdería mi fuerza y sería tan débil como un hombre común y corriente.

Jueces 16