24. Los espías vieron a un hombre que salía de la ciudad, y le dijeron: “Si tú nos enseñas cómo entrar en la ciudad, nosotros seremos generosos contigo.”
25. El hombre les enseñó cómo entrar en la ciudad, y ellos mataron a filo de espada a todos los que allí vivían; pero perdonaron la vida al que les había enseñado el camino y a toda su familia.
26. Entonces aquel hombre se fue a la tierra de los hititas y construyó una nueva ciudad, y la llamó Luz, nombre que aún hoy conserva.
27. Los de la tribu de Manasés no pudieron echar de Bet-seán, Taanac, Dor, Ibleam y Meguido a los que allí vivían ni a los que vivían en las aldeas cercanas a esas ciudades, así que los cananeos siguieron viviendo en ellas.
28. Cuando los israelitas se hicieron más poderosos, lograron someter a los cananeos a trabajos forzados, pero no pudieron desalojarlos.
29. Los de la tribu de Efraín tampoco pudieron echar de Gézer a los cananeos que allí vivían, de modo que los cananeos siguieron viviendo entre ellos.
30. Los de la tribu de Zabulón tampoco pudieron echar de Quitrón y Nahalal a los cananeos que allí vivían, de modo que los cananeos siguieron viviendo entre ellos, aunque sometidos a trabajos forzados.
31-32. Los de la tribu de Aser tampoco pudieron echar de Aco, Sidón, Ahlab, Aczib, Helbá, Afec y Rehob a los cananeos que allí vivían; y como no pudieron echarlos de esas ciudades, se quedaron a vivir entre ellos.
33. Los de la tribu de Neftalí tampoco pudieron echar de Bet-semes y Bet-anat a los cananeos que vivían allí, pero los sometieron a trabajos forzados y se quedaron a vivir entre ellos.
34. Los amorreos rechazaron a los de la tribu de Dan hasta las montañas, y no los dejaron bajar a las llanuras.
35. Y así los amorreos siguieron viviendo en Heres, Aialón y Saalbim. Pero cuando los descendientes de José se hicieron más fuertes, sometieron a los amorreos a trabajos forzados.
36. La frontera de los edomitas iba desde la cuesta de Acrabim hasta Selá, y seguía hacia arriba.