31. Estad alerta y recordad que durante tres años no dejé de aconsejar día y noche, con lágrimas, a cada uno de vosotros.
32. “Ahora, hermanos, os encomiendo a Dios y al mensaje de su amor. Él tiene poder para haceros crecer espiritualmente y para daros todo lo que ha prometido a su pueblo santo.
33. No he deseado para mí mismo ni el dinero ni las ropas de nadie.
34. Por el contrario, bien sabéis que he trabajado con mis propias manos para conseguir lo necesario para mí y para los que estaban conmigo.
35. Siempre os he enseñado que así se debe trabajar y ayudar a los que se encuentran en necesidad, recordando aquellas palabras del Señor Jesús: ‘Hay más felicidad en dar que en recibir.’ ”
36. Dicho esto, Pablo se puso de rodillas y oró junto con todos ellos.
37. Todos, llorando, abrazaron y besaron a Pablo.
38. Se sentían muy tristes porque les había dicho que no volverían a verle. Luego le acompañaron hasta el barco.