11. En realidad, nosotros creemos que somos salvados gratuitamente por la bondad del Señor Jesús, lo mismo que ellos.
12. Todos escucharon en silencio lo que Bernabé y Pablo decían acerca de las señales y milagros que Dios había hecho por medio de ellos entre los no judíos.
13. Cuando terminaron de hablar, Santiago dijo:–Hermanos, oídme:
14. Simón nos ha contado cómo Dios favoreció por primera vez a los no judíos, escogiendo también de entre ellos un pueblo para sí mismo.
15. Esto está de acuerdo con lo que escribieron los profetas, como dice la Escritura:
16. ‘Después de esto volveréy reconstruiré la casa caída de David;reconstruiré sus ruinasy la volveré a levantar,
17. para que los demás busquen al Señorjunto con todas las nacionesque han sido consagradas a mi nombre.
18. El Señor, que dio a conocer estas cosasdesde tiempos antiguos,ha dado su palabra.’
19. “Por lo tanto, considero que no se debe imponer la carga de la ley a aquellos que, no siendo judíos, dejan sus antiguas creencias para seguir a Dios.
20. Basta con escribirles que se aparten de todo lo que haya sido contaminado por los ídolos, que eviten toda inmoralidad sexual y que no coman carne de animales estrangulados o ahogados, ni tampoco sangre.
21. Porque desde los tiempos antiguos hay en cada pueblo quienes predican la ley de Moisés, que se lee en las sinagogas todos los sábados.”
22. Los apóstoles y los ancianos, con toda la iglesia, decidieron enviar a algunos de ellos con Pablo y Bernabé a Antioquía. Escogieron a Judas, también llamado Barsabás, y a Silas, que eran hombres de importancia entre los hermanos,
23. y con ellos mandaron la siguiente carta:“Nosotros, los apóstoles y ancianos, hermanos vuestros, saludamos a los hermanos no judíos que viven en Antioquía, Siria y Cilicia.
24. Hemos sabido que algunas personas han ido de aquí sin nuestra autorización, y que os han molestado con sus palabras y os han confundido.
25. Por eso, de común acuerdo, nos ha parecido bien escoger a algunos de entre nosotros para que vayan a veros junto con nuestros muy queridos hermanos Bernabé y Pablo,
26. quienes han puesto sus vidas en peligro por la causa de nuestro Señor Jesucristo.