30. Yo, el Señor, afirmo: ¡Qué enfermo tenías el corazón para cometer todos esos actos propios de una prostituta desvergonzada!
31. Al término de todo camino y en todo lugar despejado te construiste un altar donde dar culto a los ídolos y entregarte a la prostitución. Pero tú no hacías como las prostitutas: ¡tú no cobrabas!
32. ‘La mujer que es infiel a su marido recibe a extraños.
33. A toda prostituta se le da un pago; pero tú eras más bien quien ofrecías regalos a todos tus amantes y les pagabas para que vinieran de todas partes a pecar contigo.
34. En tu prostitución has hecho lo contrario de lo que hacen otras mujeres: nadie te busca para pecar, ni ellos te pagan a ti, sino que tú les pagas a ellos. ¡Tan solo en esto eres diferente!
35. ‘Por eso, prostituta, escucha mi palabra:
36. Yo, el Señor, te digo: Tú has descubierto desvergonzadamente tu cuerpo para entregarte a la prostitución con tus amantes y con todos tus detestables ídolos, y has derramado la sangre de tus hijos que ofreciste en sacrificio.
37. Por eso, yo voy a reunir a todos los amantes a quienes has complacido, a todos los que amaste y a todos los que odiaste; los reuniré alrededor de ti, y delante de ellos descubriré tu cuerpo para que te vean completamente desnuda.
38. Te juzgaré por adulterio y asesinato, y con ira y celo te entregaré a la muerte.
39. Te dejaré en manos de ellos, para que destruyan tus lugares de prostitución y de culto a los ídolos. Te arrancarán tus vestidos y tus magníficos adornos, y te dejarán completamente desnuda.
40. Levantarán al pueblo contra ti, te apedrearán y te matarán con sus espadas.