17. Pero su suegro Jetró le advirtió:–No está bien lo que haces,
18. pues tú te cansas y se cansa también la gente que está contigo. La tarea sobrepasa tus fuerzas, y tú solo no vas a poder realizarla.
19. Escucha bien el consejo que te voy a dar, y que Dios te ayude. Tú debes presentarte ante Dios en lugar del pueblo, y someterle esos problemas.
20. A ellos, instrúyelos en las leyes y enseñanzas, y hazles saber cómo deben vivir y qué deben hacer.
21. Por lo que a ti toca, escoge entre el pueblo hombres capaces, que tengan temor de Dios y que sean sinceros, hombres que no busquen ganancias deshonestas, y a unos dales autoridad sobre grupos de mil personas, a otros sobre grupos de cien, a otros sobre grupos de cincuenta y a otros sobre grupos de diez.
22. Ellos dictarán sentencia entre el pueblo en todo momento; los problemas grandes te los traerán a ti, y los problemas pequeños los atenderán ellos. Así te quitarás ese peso de encima, y ellos te ayudarán a llevarlo.
23. Si pones esto en práctica, y si Dios así te lo ordena, podrás resistir; la gente, por su parte, se irá feliz a su casa.
24. Moisés hizo caso a su suegro, y puso en práctica todo lo que le había dicho:
25. escogió a los hombres más capaces de Israel y les dio autoridad sobre grupos de mil personas, de cien, de cincuenta y de diez.
26. Ellos dictaban sentencia entre el pueblo en todo momento; los problemas difíciles se los llevaban a Moisés, pero todos los de menor importancia los resolvían ellos mismos.
27. Después Moisés y su suegro se despidieron, y su suegro regresó a su país.