3. “Ahora pues, sabed que el Señor vuestro Dios es el que marcha delante de vosotros, y que es como un fuego devorador que ante vosotros destruirá y humillará a esas naciones. Vosotros las desalojaréis y las destruiréis en un abrir y cerrar de ojos, tal como el Señor os lo ha prometido.
4. Cuando el Señor vuestro Dios los haya arrojado de vuestra presencia, no os digáis a vosotros mismos: ‘Gracias a nuestros méritos, el Señor nos ha dado posesión de este país’, porque si el Señor los expulsa, es a causa de la maldad de ellos.
5. No es, pues, por vuestros méritos ni por vuestra bondad por lo que vais a tomar posesión de su país; el Señor los arroja de vuestra presencia a causa de la propia maldad de ellos y para cumplir la promesa que hizo a Abraham, Isaac y Jacob, antepasados vuestros.
6. Habéis de saber que no es debido a vuestros méritos el que el Señor vuestro Dios os dé la posesión de esa buena tierra, pues vosotros sois un pueblo muy terco.