7. Porque, ¿qué nación hay tan grande que tenga los dioses tan cerca de ella, como tenemos nosotros al Señor nuestro Dios cada vez que lo invocamos?
8. ¿Y qué nación hay tan grande que tenga leyes y decretos tan justos como toda esta enseñanza que yo os presento hoy?
9. Así pues, poned mucho cuidado en no olvidar las cosas que habéis visto y no apartarlas jamás de vuestro pensamiento; por el contrario, explicádselas a vuestros hijos y a vuestros nietos.
10. “El día en que estuvisteis ante el Señor vuestro Dios en el monte Horeb, el Señor me dijo: ‘Reúne al pueblo, para que escuchen mis palabras, aprendan a honrarme todos los días de su vida y enseñen a sus hijos a hacer lo mismo.’
11. Y vosotros os acercasteis al pie del monte, del que salían llamas de fuego que subían a gran altura y formaban una nube espesa y negra.
12. Entonces el Señor os habló de en medio del fuego, y oísteis sus palabras; pero, aparte de oir su voz, no visteis ninguna figura.
13. El Señor os dio a conocer su pacto, que eran diez mandamientos que escribió en dos tablas de piedra y que os ordenó poner en práctica.
14. A mí me ordenó que os enseñara las leyes y decretos que habéis de cumplir en la tierra que vais a ocupar.
15. “El día en que el Señor habló con vosotros de en medio del fuego, en el monte Horeb, no visteis ninguna figura. Tened, pues, mucho cuidado
16. de no caer en la perversión de hacer figuras en forma de hombre o mujer,
17. ni figuras de animales, aves,