22. Y si me decís: ‘Nosotros confiamos en el Señor nuestro Dios’, ¿acaso no suprimió Ezequías los lugares de culto y los altares de ese Dios, y ordenó que la gente de Judá y Jerusalén le diera culto solamente en el altar de Jerusalén?
23. Haz un trato con mi amo, el rey de Asiria: yo te doy dos mil caballos, si consigues jinetes para ellos.
24. Tú, que no eres capaz de hacer huir ni al más insignificante de los oficiales asirios, ¿esperas conseguir jinetes y caballos en Egipto?
25. Además, ¿crees que yo he venido a atacar y destruir este país sin contar con el Señor? ¡Él fue quien me ordenó atacarlo y destruirlo!’