10. El día veintitrés del séptimo mes, el rey despidió al pueblo, para que se fueran a sus casas alegres y satisfechos por el bien que el Señor había hecho a David, a Salomón y a su pueblo Israel.
11. Salomón terminó con éxito el templo del Señor, el palacio real y todo lo que se propuso hacer en ellos.
12. Entonces se le apareció de noche el Señor y le dijo: “He escuchado tu oración, y he escogido este sitio como templo para los sacrificios.
13. Así que, si mando una sequía y hago que no llueva, u ordeno a las langostas que destruyan los campos, o envío una peste sobre mi pueblo;
14. y si mi pueblo, el pueblo que lleva mi nombre, se humilla, ora, me busca y deja su mala conducta, yo le escucharé desde el cielo, perdonaré sus pecados y devolveré la prosperidad a su país.
15. De ahora en adelante escucharé con atención las oraciones que se hagan en este lugar,
16. porque he escogido y consagrado este templo como residencia perpetua de mi nombre. Siempre lo cuidaré y lo tendré presente.
17. Si tú, pues, te comportas en mi presencia como lo hizo David, tu padre, poniendo en práctica todo lo que te he ordenado y obedeciendo mis leyes y decretos,
18. yo confirmaré tu reinado según lo pactado con David, tu padre, cuando le dije que nunca faltaría un descendiente suyo que gobernara a Israel.
19. Pero si os apartáis de mí, y no cumplís las leyes y los mandamientos que os he dado, sino que servís y adoráis a otros dioses,
20. os arrancaré de la tierra que os he dado, arrojaré de mi presencia el templo que he consagrado y haré que seáis motivo de burla constante entre todas las naciones.
21. Y este templo, que era tan glorioso, será convertido en un montón de ruinas, y todo el que pase junto a él se asombrará y preguntará por qué actuó el Señor así con este país y con este templo.
22. Y le responderán que fue porque abandonaron al Señor, el Dios de sus antepasados, que los sacó de Egipto, y porque se aferraron a adorar y servir a otros dioses; que por eso hizo venir sobre ellos tan gran mal.”