7. Entonces me puse a cuidar las ovejas destinadas al matadero. Lo hice por cuenta de los tratantes. Y me conseguí dos bastones: al uno lo llamé “Bienestar” y al otro “Unión”.
8. Y en un solo mes despedí a tres pastores que habían agotado mi paciencia y que me odiaban.
9. A las ovejas les dije: “¡No volveré a ser vuestro pastor! ¡Si alguna ha de morir, que muera! ¡Si a alguna la matan, que la maten! ¡Y las que queden, que se coman unas a otras!”
10. Tomé entonces mi bastón llamado “Bienestar” y lo rompí en señal de que quedaba anulado el pacto que Dios había hecho con todas las naciones.
11. Aquel día quedó anulado el pacto, y los tratantes de ovejas, que me estaban observando, comprendieron que era el Señor quien hablaba por medio de lo que yo hacía.
12. Les dije entonces: “Si os parece bien, pagadme mi salario; y si no, dejadlo.” Y me pagaron treinta monedas de plata.
13. El Señor me dijo: “Toma esas monedas, el espléndido precio que me han puesto, y échalas en el tesoro del templo.” Yo tomé las treinta monedas y las eché en el tesoro del templo.
14. Rompí después el segundo bastón, el llamado “Unión”, y así quedó destruida la hermandad entre Judá e Israel.
15. El Señor me dijo: “Ahora hazte pasar por un pastor irresponsable.
16. Porque voy a poner sobre este país un pastor que no se preocupará por la oveja descarriada ni buscará a la perdida, que no curará a la herida ni dará de comer a la debilitada, sino que se comerá la carne de las más gordas y no dejará de ellas ni las pezuñas.
17. ¡Ay del pastor inútil que abandona el rebaño! ¡Que caiga la espada sobre su brazo y sobre su ojo derecho! ¡Que se le quede seco el brazo y completamente ciego el ojo!”