11. Aquel día quedó anulado el pacto, y los tratantes de ovejas, que me estaban observando, comprendieron que era el Señor quien hablaba por medio de lo que yo hacía.
12. Les dije entonces: “Si os parece bien, pagadme mi salario; y si no, dejadlo.” Y me pagaron treinta monedas de plata.
13. El Señor me dijo: “Toma esas monedas, el espléndido precio que me han puesto, y échalas en el tesoro del templo.” Yo tomé las treinta monedas y las eché en el tesoro del templo.
14. Rompí después el segundo bastón, el llamado “Unión”, y así quedó destruida la hermandad entre Judá e Israel.