5. Si hemos sido unidos a Cristo en una muerte como la suya, también seremos unidos a él en su resurrección.
6. Sabemos que aquello que antes éramos fue crucificado con Cristo, para que el poder de nuestra naturaleza pecadora quedase destruido y ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado.
7. En efecto, cuando uno muere queda libre de pecado.
8. Si hemos muerto con Cristo, confiamos en que también viviremos con él.
9. Sabemos que Cristo, habiendo resucitado, no volverá a morir. La muerte ya no tiene poder sobre él.