39. El sacerdote Eleazar recogió los incensarios de bronce que habían presentado los hombres que murieron en el incendio, y ordenó que fueran convertidos en láminas para recubrir el altar.
40. Esta fue una advertencia a los israelitas de que nadie, aparte de los descendientes de Aarón, podía acercarse al altar para ofrecer incienso al Señor; de lo contrario, le pasaría lo que a Coré y a sus compañeros. Y todo se hizo tal como el Señor se lo había ordenado a Eleazar por medio de Moisés.
41. Al día siguiente, todo el pueblo de Israel empezó a hablar contra Moisés y Aarón. Decían:–¡Estáis matando al pueblo del Señor!
42. Y todos se arremolinaban alrededor de Moisés y Aarón; pero ellos se dirigieron a la tienda del encuentro. En aquel momento la nube la cubrió, y se apareció la gloria del Señor.
43. Entonces Moisés y Aarón fueron al frente de la tienda del encuentro,
44. y el Señor dijo a Moisés:
45. –¡Apartaos de toda esa gente, que la voy a destruir en un momento!Moisés y Aarón se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente,
46. y Moisés dijo a Aarón:–Trae tu incensario, ponle brasas del altar y échale incienso; vete en seguida a donde está el pueblo y pide a Dios perdón por ellos, porque la ira del Señor se ha encendido y la plaga ya comenzó.
47. Aarón hizo lo que le dijo Moisés, y se fue corriendo a donde estaba el pueblo reunido. La plaga enviada por Dios ya estaba haciendo estragos entre el pueblo. Entonces Aarón puso incienso y pidió a Dios perdón por el pueblo.
48. Luego se colocó entre los que ya habían muerto y los que todavía quedaban con vida, y la plaga se detuvo,
49. aunque ya para entonces habían muerto catorce mil setecientas personas, sin contar los que habían muerto antes, durante la rebelión de Coré.