39. Se fue otra vez, y oró repitiendo las mismas palabras.
40. Cuando volvió, encontró de nuevo dormidos a los discípulos, porque los ojos se les cerraban de sueño. Y no sabían qué contestarle.
41. Volvió por tercera vez y les dijo:–¿Seguís durmiendo y descansando? ¡Basta ya! Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.
42. Levantaos, vámonos: ya se acerca el que me traiciona.