4. Entonces los funcionarios dijeron al rey:–Hay que matar a este hombre, pues con sus palabras desmoraliza a los soldados que aún quedan en la ciudad, y a toda la gente. Este hombre no busca el bien del pueblo, sino su mal.
5. El rey Sedequías les respondió:–Está bien, haced con él lo que queráis. Yo nada puedo contra vosotros.
6. Entonces ellos se apoderaron de Jeremías y lo metieron en la cisterna del príncipe Malquías, que se encontraba en el patio de la guardia. Lo bajaron con sogas a la cisterna, donde no había agua, sino lodo, y Jeremías se hundió en él.
7. Un etíope llamado Ébed-mélec, hombre de confianza en el palacio real, oyó decir que habían metido a Jeremías en la cisterna. Por aquel tiempo, el rey estaba en una sesión en la puerta de Benjamín.