35. Por la mañana, los jueces mandaron unos guardias al carcelero con orden de poner en libertad a Pablo y Silas.
36. El carcelero dijo a Pablo:–Los jueces me han ordenado que os suelte, así que ya podéis iros.
37. Pero Pablo dijo a los guardias:–A nosotros, que siendo ciudadanos romanos nos han azotado públicamente sin habernos juzgado, y nos han metido en la cárcel, ¿quieren ahora ponernos a escondidas en libertad? ¡Pues no! ¡Que vengan ellos mismos a sacarnos!
38. Los guardias comunicaron estas palabras a los jueces, que se asustaron al oir que se trataba de ciudadanos romanos.