Hebreos 12:5-19 Dios Habla Hoy con Deuterocanónicos Versión Española (DHHED)

5. y habéis olvidado ya lo que Dios os aconseja como a hijos suyos. Dice en la Escritura:“No desprecies, hijo mío,la corrección del Señorni te desanimes cuando te reprenda.

6. Porque el Señor corrige a quien él amay castiga a aquel a quien recibe como hijo.”

7. Soportad la corrección, y así Dios os tratará como a hijos. ¿Acaso hay algún hijo a quien su padre no corrija?

8. Pero si Dios no os corrige, como corrige a todos sus hijos, es que no sois hijos legítimos, sino bastardos.

9. Además, nuestros padres aquí en la tierra nos corregían cuando éramos niños, y los respetábamos. ¿Por qué no hemos de someternos, con mayor razón, a nuestro Padre celestial, para obtener la vida?

10. Nuestros padres aquí en la tierra nos corregían durante esta corta vida, de la forma que más conveniente les parecía; pero Dios nos corrige para nuestro verdadero provecho, para hacernos santos como él.

11. Ciertamente ningún castigo es agradable en el momento de recibirlo, sino que duele; pero si uno aprende la lección, obtiene la paz como premio merecido.

12. Así pues, renovad las fuerzas de vuestras manos cansadas y de vuestras rodillas debilitadas,

13. y buscad el camino derecho, para que sane el pie que está cojo y no se tuerza más.

14. Procurad estar en paz con todos y llevar una vida santa, pues sin la santidad nadie podrá ver al Señor.

15. Procurad que a nadie le falte la gracia de Dios, a fin de que ninguno sea como una planta de raíz amarga que hace daño y envenena a la gente.

16. Que ninguno de vosotros cometa inmoralidades sexuales ni desprecie lo sagrado. Esto hizo Esaú, que por una sola comida vendió sus derechos de primogenitura.

17. Y ya sabéis que después, cuando quiso recibir la bendición de su padre, fue rechazado; y aunque lloró mucho, ya no hubo remedio para lo sucedido.

18. Vosotros no os habéis acercado, como los israelitas, a algo que se podía tocar y que ardía en llamas, y donde había oscuridad, tinieblas y tempestad;

19. ni habéis oído el sonido de la trompeta ni la voz de Dios. Los que oyeron esa voz rogaron que no les siguiera hablando,

Hebreos 12