18. “Yo, el Señor, digo: El día primero del primer mes ofreceréis como sacrificio un becerro que no tenga ningún defecto, para purificar de pecado el templo.
19. El sacerdote tomará un poco de sangre del animal ofrecido como sacrificio por el pecado y untará con ella los postes de las puertas del templo, las cuatro esquinas del altar y los postes de las puertas del atrio interior.
20. Lo mismo se hará el día siete del mes en favor de cualquiera que haya cometido un pecado involuntariamente o sin darse cuenta. Así se purificiará el templo.