7. Yo les hablé, pues, como él me lo había ordenado. Y mientras les hablaba oí un ruido: era un terremoto, y los huesos comenzaron a unirse unos con otros.
8. Y vi que sobre ellos aparecían tendones y carne, y que se cubrían de piel. Pero no tenían aliento de vida.
9. El Señor me dijo: “Habla en mi nombre al aliento de vida, y dile: ‘Así dice el Señor: Aliento de vida, ven de los cuatro puntos cardinales y da vida a estos cuerpos muertos.’ ”
10. Yo hablé en nombre del Señor, como él me lo ordenó, y el aliento de vida vino y entró en ellos, y revivieron, y se pusieron de pie. Eran tantos, que formaban un ejército inmenso.
11. El Señor me dijo: “El pueblo de Israel es como estos huesos. Andan diciendo: ‘Nuestros huesos están secos; no tenemos ninguna esperanza, estamos perdidos.’