28. Pero no contenta con eso, te entregaste a la prostitución con los asirios; y ni siquiera así quedaste satisfecha.
29. Seguiste entregándote a la prostitución también en Babilonia, tierra de comerciantes; y ni siquiera así quedaste satisfecha.
30. Yo, el Señor, afirmo: ¡Qué enfermo tenías el corazón para cometer todos esos actos propios de una prostituta desvergonzada!
31. Al término de todo camino y en todo lugar despejado te construiste un altar donde dar culto a los ídolos y entregarte a la prostitución. Pero tú no hacías como las prostitutas: ¡tú no cobrabas!
32. ‘La mujer que es infiel a su marido recibe a extraños.
33. A toda prostituta se le da un pago; pero tú eras más bien quien ofrecías regalos a todos tus amantes y les pagabas para que vinieran de todas partes a pecar contigo.