10. Dondequiera que vamos llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también su vida se muestre en nosotros.
11. Pues nosotros, los que vivimos, siempre estamos expuestos a la muerte por causa de Jesús, para que también su vida se muestre en nuestro cuerpo mortal.
12. De ese modo, la muerte actúa en nosotros, y en vosotros actúa la vida.
13. La Escritura dice: “Tuve fe y por eso hablé.” De igual manera, nosotros, con esa misma actitud de fe, creemos y también hablamos.
14. Porque sabemos que Dios, que resucitó de la muerte al Señor Jesús, también nos resucitará a nosotros con él y, juntamente con vosotros, nos llevará a su presencia.
15. Todo esto ha sucedido para vuestro bien, para que, siendo muchas las bendiciones de Dios, muchos sean también los que le den gracias, para la gloria de Dios.