16. No está bien lo que has hecho. Yo os juro, por el Señor, que merecéis la muerte, pues no habéis protegido a vuestro señor, el rey que el Señor ha escogido. ¡Busca la lanza del rey y la jarra del agua que estaban a su cabecera, a ver si las encuentras!
17. Saúl, reconociendo la voz de David, exclamó:–¡Pero si eres tú, David, hijo mío, quien me habla!David contestó:–Sí, Majestad, soy yo.
18. Pero, ¿por qué persigue Su Majestad a este servidor suyo? ¿Qué he hecho? ¿Qué mal he cometido?