34. Pero te juro por el Señor, el Dios de Israel, que ha evitado que yo te haga daño, que si no te hubieras apresurado a venir a mi encuentro, mañana no le quedaría a Nabal ni un solo varón vivo.
35. Luego David recibió de manos de ella lo que le había llevado, y le dijo:–Puedes irte tranquila a tu casa. Como ves, he atendido a tus razones y te he concedido lo que me pediste.
36. Cuando Abigail volvió adonde estaba Nabal, le encontró celebrando en la casa un banquete digno de un rey. Le vio muy contento y completamente borracho, y por eso no le dijo nada hasta el día siguiente.