12. Uno de allí añadió: “¿Y quién es el padre de ellos?” De ahí viene el refrán: “¿También Saúl es uno de los profetas?”
13. Pasado el trance profético, Saúl llegó a su casa.
14. Su tío les preguntó a él y a su criado:–¿A dónde fuisteis?Saúl respondió:–A buscar las asnas; pero viendo que no aparecían, fuimos a ver a Samuel.
15. El tío de Saúl contestó:–¿Y qué os dijo Samuel? Cuéntamelo, por favor.
16. Saúl respondió a su tío:–Nos dijo claramente que ya habían encontrado las asnas.Pero Saúl no le mencionó nada del asunto del reino, del cual le había hablado Samuel.
17. Después llamó Samuel a los israelitas, para adorar al Señor en Mispá;
18. allí les dijo:–El Señor, Dios de Israel, dice: ‘Yo os saqué de Egipto a vosotros los israelitas, y os libré del poder de los egipcios y de todos los reinos que os oprimían.’
19. Pero ahora vosotros despreciáis a vuestro Dios, que os ha librado de todos vuestros apuros y aflicciones, y lo habéis rechazado al pedir que os ponga un rey que os gobierne. Por lo tanto, presentaos ahora delante del Señor por tribus y por clanes.
20. Luego ordenó Samuel que se acercaran todas las tribus de Israel, y la suerte cayó sobre la tribu de Benjamín.
21. A continuación ordenó que se acercaran los de la tribu de Benjamín, y la suerte cayó sobre el clan de Matrí, y de éste cayó la suerte sobre Saúl, hijo de Quis. Pero le buscaron y no lo encontraron,
22. por lo cual consultaron otra vez al Señor, para saber si Saúl estaba allí. Y el Señor respondió que, en efecto, Saúl estaba allí, escondido entre el bagaje.
23. Entonces corrieron a sacarle de su escondite. Y cuando Saúl se presentó ante el pueblo, se vio que ningún israelita le pasaba del hombro.
24. Samuel preguntó a todos:–¿Ya habéis visto al que el Señor ha escogido como rey? ¡No hay un solo israelita que pueda compararse con él!–¡Viva el rey! –respondieron los israelitas.
25. En seguida Samuel expuso al pueblo las leyes del reino, y las escribió en un libro que depositó en el santuario del Señor. Después Samuel ordenó a todos que volvieran a sus casas.
26. También Saúl se fue a su casa, en Guibeá, y Dios influyó en el ánimo de varios valientes para que le acompañaran.
27. Pero no faltaron malas lenguas que dijeran: “¿Éste es el que va a salvarnos?” Así que lo menospreciaron y no le rindieron honores; pero Saúl se hizo el desentendido.