23. Entonces el rey se puso a pensar: “La una dice que su hijo es el que vive y que el muerto es de la otra, y la otra dice exactamente lo contrario”
24. Luego ordenó:–¡Traedme una espada!Cuando le llevaron la espada al rey,
25. ordenó:–Partid en dos al niño vivo y dadle la mitad a cada una.
26. Pero la madre del niño vivo se angustió profundamente por su hijo, y suplicó al rey:–¡Por favor! ¡No mate Su Majestad al niño! ¡Mejor es que se lo dé a esta mujer!Pero la otra dijo:–Ni para mí ni para ti. ¡Que lo partan!
27. Entonces intervino el rey y ordenó:–Entregad a aquella mujer el niño vivo. No lo matéis, porque ella es su verdadera madre.
28. Todo Israel se enteró de la sentencia con que el rey había resuelto el pleito, y sintieron respeto por él, porque vieron que Dios le había dado sabiduría para administrar justicia.