31. Luego Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: Oh hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?
32. Y cuando ellos entraron en el barco, el viento reposó.
33. Entonces los que estaban en el barco, vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.
34. Y llegando al otro lado, vinieron a la tierra de Genesaret.